COMO CRIAR A UN HIJO QUE TIENE UN CARACTER FUERTE
Escrito por: Dr. James Dobson |

Mi hijo encaja en su definición del "niño de voluntad firme". Pero dígame cómo podemos ayudarle a pasar por esos años difíciles... Dobson responde!
He aquí un resumen de algunos de los enfoques o ideas que me parecen importantes:
1. No se culpen a sí mismos por el temperamento con el que nació su hijo. Sencillamente, se trata de un niño difícil de manejar, y su tarea consiste en estar a la altura de este reto.
2. El se halla en un peligro mayor debido a su inclinación a forzar los límites y saltarse los muros. Van a necesitar el máximo de diligencia y de sabiduría para tratarlo.
3. Si no llegan a comprender su afán de poder y de independencia, pueden agotar sus recursos y hundirse en la culpa. Eso no va a beneficiar a nadie.
4. Para los padres que acaban de comenzar: tomen el control sobre sus bebés. Sostengan con firmeza las riendas de la autoridad en los primeros tiempos, y edifiquen una actitud de respeto durante su breve oportunidad. Durante los años futuros, van a necesitar cuanto respeto puedan conseguir. Una vez que hayan dejado claro su derecho a mandar, comiencen a conceder la independencia sistemáticamente, año tras año.
5. No dejen que los domine el pánico; ni siquiera durante las tormentas de la adolescencia. Les esperan tiempos mejores.
6. No dejen que su hijo se aparte emocionalmente demasiado de ustedes. Permanezcan en contacto con él. No lo desechen, aunque sientan el impulso de hacerlo. El los necesita ahora más que nunca.
7. Denle tiempo para hallarse a sí mismo, aunque no parezca estarse buscando.
8. Lo más importante de todo: los exhorto a presentar a sus hijos ante el Señor en ferviente oración durante todos los años que estén en su hogar. Estoy convencido de que no hay otra fuente de seguridad y de sabiduría en la crianza de los hijos.
No hay suficiente conocimiento en los libros, ni en los míos ni en los de nadie, para contrarrestar la maldad que rodea hoy a nuestros muchachos. Los adolescentes se enfrentan a las drogas, el alcohol, el sexo y el lenguaje indecente dondequiera que van. Y, por supuesto, la presión de sus compañeros sobre ellos es enorme. Los debemos llenar de oración todos los días de su vida. El Dios que hizo a sus hijos oirá sus peticiones. El ha prometido hacerlo. Al fin y al cabo, él los ama más que ustedes.
Unas palabras finales: Recuerden que cualquiera puede criar a los niños fáciles. Para guiar a un niño de voluntad firme, a través de los años de rebelión, hace falta un profesional capaz de dar mucho amor. Estoy seguro de que ustedes están a la altura de esta tarea.
“Será especialmente valioso para los niños y los jóvenes nerviosos que hallan agotadoras y difíciles de recordar las lecciones de los libros. Hay salud y felicidad para ellos en el estudio de la naturaleza; y las impresiones hechas no se desvanecerán de su mente, porque quedarán asociadas con objetos que están continuamente delante de sus ojos”. (Consejos para los Maestros págs. 144, 145).
“No aprobamos aquella disciplina que desanime a los hijos mediante ásperas censuras, o los irrite con una corrección airada y luego, cuando 247 cambia el impulso, trate de suavizarlos con besos, o dañarlos con una complacencia malsana. Deben evitarse tanto la indulgencia excesiva como la indebida severidad. Al paso que son indispensables la vigilancia y la firmeza, así también lo son la simpatía y la ternura. Padres, recordad que tratáis con niños que están luchando con la tentación y que para ellos esos malos estallidos son tan difíciles de resistir como lo son aquellos que asaltan a las personas de edad madura. Los niños que realmente desean hacer lo correcto, quizá fracasen vez tras vez y frecuentemente necesitan ser animados para que sean enérgicos y perseverantes. Con solicitud y oración, observad cómo proceden esas jóvenes mentes. Fortaleced cada buen impulso, animad cada noble acción” (Signs of the Times, 24-11-1881).
“Los padres se admiran de que sus hijos sean más difíciles de dominar de lo que solían ser, cuando en la mayor parte de los casos su propia conducta criminal es la responsable de esta situación. La calidad de los alimentos que ponen en sus mesas y que animan a sus hijos a comer, está excitando continuamente sus pasiones animales y debilitando sus facultades morales e intelectuales. Muchísimos niños son convertidos en dispépticos infelices en sus tiernos años por la conducta inadecuada que sus padres han seguido con respecto a ellos en su infancia. Los padres tendrán que rendir cuenta a Dios por haber tratado así a sus hijos.
Muchos padres no enseñan a sus hijos lecciones de dominio propio. Gratifican su apetito y desde su infancia forman en ellos el hábito de comer y de beber siguiendo los dictados de sus deseos. Esa misma tendencia la llevarán a su juventud. Sus deseos no han sido restringidos, y a medida que crezcan no sólo complacerán los hábitos comunes de intemperancia, sino 500 que la complacencia se extenderá hacia otras áreas. Elegirán sus propios compañeros aunque éstos estén corrompidos. No soportarán las restricciones establecidas por sus padres. Darán rienda suelta a sus pasiones corrompidas y tendrán poquísima consideración por la pureza o la virtud. Esta es la razón por la cual hay tan poca pureza y dignidad moral entre los jóvenes de estos días, y constituye la gran causa por la que hombres y mujeres se sienten tan poco obligados a obedecer la ley de Dios. Algunos padres carecen de control sobre sí mismos. No dominan sus apetitos morbosos ni sus temperamentos iracundos, y por lo tanto no pueden educar a sus hijos acerca de la negación del apetito ni enseñarles el dominio de sí mismos”. (T. Para los Ministros cap. 14)
|